Dwarf Fortress

Dwarf Fortress es un juego de... morir mucho, en el que los jugadores podrán controlar a un grupo de enanos aventureros cuyo objetivo normalmente es meramente sobrevivir. En el proceso, claro está, será interesante adentrarse en mazmorras e intentar crear algunos de los muchos artilugios que el juego permite crear.

Al comenzar una partida de Dwarf Fortress creamos un mundo persistente que se mantendrá impasible al paso de nuestras partidas. Eso el mundo, claro, todo lo que hay en él irá cambiando. Las civilizaciones crecerán, entrarán en guerra y se destruirán, y nosotros podremos intentar intervenir como lo veamos conveniente.

La profundidad de la mecánica del juego es tan sorprendente que nos permitirá desde combatir enemigos en solitario en las profundidades de una mazmorra, hasta reclutar compañeros de viaje o construir artilugios, pasando por aceptar misiones y ganar reputación en la región en la que nos encontremos.

Y eso es solo un pequeño ejemplo para no asustar, pero para hacerse una verdadera idea de la magnitud de Dwarf Fortress, cabe destacar que existen más de doscientos tipos de piedras diferentes dentro del juego. Todas colocadas donde geológicamente sería lógico que estuviesen.

Dwarf Fortress es un juego enorme y atroz. Su curva de aprendizaje es realmente devastadora, y hasta que nos hagamos con los controles y podamos soportar su tosco aspecto gráfico, es posible que pase bastante tiempo. Eso sí, los jugadores que consigan perseverar encontrarán una experiencia única.